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inpuertoricomagazine

MÁS QUE UN PLATO CALIENTE


Desde un plato caliente hasta la restauración de negocios por toda la Isla, Rafy Rodríguez se rediseña a travéz de la adversidad, del amor y de las ansias de ver otros negocios abrir sus puertas nuevamente.


La comida caliente logra dos cosas: te ayuda físicamente y en la parte emocional; como cuando tu abuela te servía un plato caliente cuando estabas triste, diciéndote: todo va a estar bien. En época de crisis humanitaria como la que vivimos recientemente, “la comida caliente no es sólo comida, es un abrazo que te dice ‘estamos aquí para ayudarte’ y por ese camino vamos”, empieza diciendo en entrevista Rafy Rodríguez, de la Fundación El Plato Caliente.

Cuando llegó ‘María’ la necesidad inmediata de un gran porciento de la población en la Isla era algo tan básico como un plato de comida caliente; si bien nunca habíamos tenido que pasar por algo similar y a la magnitud en que el desastre lo provocó, tampoco había surgido la necesidad de desarrollar nuestro sentido de bondad en su máxima expresión. Fueron muchas las personas de la industria gastronómica que se manifestaron ante la crisis, Rafy Rodríguez fue uno de ellos. ¿Cómo surge El Plato Caliente? Al tercer día después de María empezó a cocinar en su casa con una estufa de una hornilla, la que le dio para diez platos de corned beef, arroz blanco, tomates y papas fritas, los cuales repartió a varias personas de su vecindario.

Pero ese no fue el comienzo de El Plato Caliente, en sí. “Al quinto día, compré una olla gigante y decidí hacer un fogón -que nunca en mi vida había hecho- pues ya no tenía como buscar más gasolina y las filas eran interminables. Entonces aparece mi vecino, Anthony Centeno, que eventualmente se convirtió chef de la fundación para apoyarme con el desastre del fogón, quería servir comida para 100 personas y terminamos haciendo 130 platos de asopao. A los dos días unimos otro vecino que tenía una paellera más grande y empezamos a hacer 500 platos diarios, desde mi casa”. Cuenta Rodríguez con una sonrisa de satisfacción y tristeza entrelazada al recordar.


En una semana ya estaban haciendo 500 platos diariamente y se dio cuenta de que debía conseguir un lugar más amplio, “pedí prestada la cocina de L’Olivo, en Hato Rey, de Jay Cintrón y me la dejo usar un domingo. Me dijo que podía usar también la cocina de Di Parma, de lunes en adelante. Usé la de El Grillon, la del Psycho Deli, y hablé con Omar Cruz de El Boricua, que me prestara su cocina de Flor de Parcha”. Afirmó acentuando que se prepararon 2,000 platos diarios. Todo esto era con voluntarios y en una cocina sin luz.

Unas semanas más tarde su determinación no paraba, pero su bolsillo ya no daba más… Rodríguez, que cuenta con 29 años de experiencia en la industria de barras y restaurantes, con toda la intención de conseguir lo que quería en aquel momento de adversidad hizo un post de Facebook: “Todos podemos hacer algo, yo voy a hacer lo que hago con el corazón, que es cocinar” y fue esto lo que le proporcionaron los medios para sustentar los gastos del inicio de la fundación en la siguiente etapa. “Todo era de mi bolsillo, yo compraba la comida, pues cerca de casa abrieron un supermercado con una planta. Mi pareja, Mariemma, hacía la fila de la gasolina para llenar la planta, algunos hacían otras filas y nos reuníamos en casa a las 8 de la mañana, para cocinar. Entre las doce del mediodía y las seis de la tarde, se repartía. Pero habían días que estábamos hasta las 9 de la noche en Loíza, con esa oscuridad” añade.

Posteriormente El Plato Caliente empezó a funcionar a través de donativos privados, ha recibido desde un dólar hasta $1,000, procedentes en su mayoría de estadounidenses y puertorriqueños en la diáspora. Todo es bueno. Pero luego empezaron a tocar puertas a los bancos, farmacéuticas, compañías de seguros que quieren llevar comida a comunidades, “pues yo les digo que les preparo la comida por un donativo de tanto por plato y ese dinero se usa para que yo genere empleos, porque cocinar con voluntarios sólo dura un tiempo y ya llevamos varios meses”.

Rodríguez y la fundación ya han llegado a más de 50 pueblos de la Isla y continúan repartiendo comida de lunes a jueves, pero en menor cantidad. Ya sobrepasaron la cantidad de 100 mil platos repartidos, de su bolsillo y del bolsillo de personas pequeñas, de las hormigas trabajadoras, sin ayuda de corporaciones, el gobierno estatal o FEMA. Ahora Rafy ve la oportunidad de volver la fundación en una institución de consultoría para pequeños negocios que lo perdieron todo después del huracán, de esta manera multiplica la posibilidad de que la gente consiga alimento, generar empleos y mejorar la economía del país.


Y este método es el que va a lograr que el país se levante, asegura Rafy. Regalar comida ayuda en cierta parte, pero la misión es reabrir negocios para que la gente no siga emigrando. “Yo entiendo que mi trabajo es ayudar a la gente a reabrir sus puertas, que sean exitosos en el Puerto Rico después de María. Esa es la misión de la fundación”. Rodríguez vive en Country Club, en una urbanización de casas sencillas, donde muchos de los vecinos se han ido de Puerto Rico, estas familias les ayudaban en un principio, pero se fueron porque no encontraban trabajo y tampoco vieron la posibilidad de sobrevivir. “Yo les dije que podían ayudar, pero la gente tiene la idea errónea de que dar es quedarte sin nada”, dice el joven emprendedor quien comenta que precisamente dando es que ha aprendido a recibir y lo asegura no sólo por la gratitud de la gente, sino que también se le han abierto puertas con El Plato Caliente.

La fundación siempre va a regalar comida pero también va a servir como una empresa de catering y eventualmente se va a servir al detal donde se puede ordenar un plato e ir a buscarlo o hacer el envío del mismo; también ayudará a pequeños negocios a reabrir sus puertas. “Por ejemplo, si una compañía me compra 1,200 comidas para un día, eso es un donativo sustancial para poder comprar una planta eléctrica para ponerle a un colmadito que haga tripletas. Siempre y cuando sean negocios que preparen alimentos, yo los voy a ayudar”, Los negocios también deben tener permisos al día y cumplir con la ley para que aporten a las arcas del gobierno. Es importante recalcar que no todos los negocios que pidan apoyo, se podrán asistir de la manera en que ellos piden, debe ser una inversión segura. Si se va a invertir 50 mil dólares en reabrir un negocio, a través de donativos, puede ser en equipos para la cocina, préstamos que se les consigan a través de la fundación o para consultoría de cómo utilizar las redes sociales. “Vamos a tener un equipo de profesionales que se encargará de que ese negocio resulte exitoso a través de expertos en finanzas, en las redes sociales, en compras y en adiestramiento para restaurantes. Voy a invertir en tí, pero si estás en una zona inundable, no puedo socorrerte, mejor te mudamos a otro lugar. Me gusta mucho la idea de ayudar a negocios”, concluye mirando hacia la calle Ernesto Cerra, donde se encuentra la fundación.

Rafy es propietario de una barra en Río Piedras, “El Escondite Tiki bar”, que actualmente no está operando debido a la falta de energía. Es consultor para barras y restaurantes y tiene tres sombreros, pero la Fundación El Plato Caliente es actualmente la más importante, porque en ella ha encontrado la manera de alimentar su corazón, el de otros y aportar a la economía del país para su restauración tras el devastador momento que pasamos recientemente.

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