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EL PUERTORRIQUEÑO JUAN SALGADO OCUPA EL SEGUNDO LUGAR EN LA COMPETENCIA DE ‘INK MASTER’


“Me monté en la ola y la seguí corriendo. Espero que la cima no haya llegado,” expone Juan Salgado, artista puertorriqueño, que participó en la competencia Ink Master de artistas del tatuaje. Juan llegó en segundo lugar pero ya él era un Ink Master. La noche de la final compartió la emoción con sus seguidores en una transmisión en directo a través de Facebook. Al final, lloró, le dedicaba la competencia a su abuela fallecida dos días antes.


La experiencia estuvo llena de momentos difíciles para Juan. La competencia busca al mejor tatuador de Norteamérica pero el programa se ve en Europa, Suramérica, Australia… y se desarrolla en Nueva York en donde estuvo por dos meses. La final el 24 de abril, fue Las Vegas.

El día que lo llamaron para decirle que había pasado la eliminatoria fue el día del huracán María minutos antes de que se perdiera la electricidad. “Esa noche tuve que irme a un refugio porque se había salido (el río) La Plata. Lo supimos por un jeep que con altoparlantes decía que teníamos que irnos. Cuando abrí la puerta de mi casa, la calle era un río. Era medianoche, en 5 minutos, agarré mis mascotas, metí todo lo que pude en un bulto, incluyendo mis máquinas de tatuar. Estaba con mi esposa, nos llevaron a una escuela en barrio Pájaros, (Bayamón) a la que le rompieron el candado para poder entrar. Y esto es acabando de enterarme de que me voy a Ink Master,” tres semanas después partía a Nueva York.

El programa le tuvo que comprar ropa al llegar y pagar un boleto de avión de $3,000 para que pudiera llegar a la competencia. “Al día siguiente empezaba el show que no había visto porque no me interesaba ver la vida de otros tatuadores. Si me elegían lo vería. Pero cuando llegó el momento no tenía electricidad. Así que en el hotel empecé a ver los episodios con mi mente en el huracán y mi esposa en Puerto Rico sola. Además te quitan los teléfonos…” Para colmo el mismo día los teléfonos de todos fueron robados.

Sus máquinas llegaron llenas de moho. Se dañaron dos. El primer reto fue complicado. Seis mil vasitos plásticos que tenían que llenar de agua, ponerlos en el piso, y con 4 colores crear una imagen en los vasos, que pudiese ser vista desde una grúa. Tenía 5 horas. “Fue estar el primer mes en otro planeta. Yo creía que había perdido mi casa y mi negocio. Pero lo más retante fue el aspecto social,” narra Juan que vivía en una casa con 18 personas que querían el mismo premio.

“Me gusta mi privacidad y de repente estoy en una camita en la que no cabía. Había dos que tenían apnea del sueño. Se tiraban gases todas las noches. Había 4 mujeres en un cuarto y 14 hombres en el otro.” En esta experiencia surreal para Juan, como ya era reconocido le llamaban, La Leyenda. Una vez les pasó la pena por el huracán, comenzaron los comentarios burlones por su acento puertorriqueño y el discrimen por medio de chistes a costa de los puertorriqueños.


Del capítulo 10 en adelante salió a ganar. Hay competencia de arte y de tatuaje y el que gana el de arte, elige el lienzo para el otro. Por lo tanto, como parte de su estrategia quería ser amigo de todos. Pero más que el juego mental le sorprendió el tamaño de la millonaria producción. “Tiene más 125 empleados, un edificio… las ventanas están selladas para que no mires hacia afuera, no puedes salir de la casa, estás preso.”

El premio para el ganador del título Ink Master es de $100,000. “Son buenos, no voy a mentir, pero mi norte es convertirme en un héroe como los que yo tenía… Miguel Cotto, Ricky Martin y todos esos que han puesto el nombre de Puerto Rico en alto. Mi escenario es el tatuaje y creo que hago lo más que puedo para darle gloria a la isla.” Curiosamente entre los que han confiado en su talento, están ambos (Martin y Cotto).

“Mucha gente me pregunta cómo yo me veo dentro de 10 años y yo me veo haciendo lo mismo. Mi batalla es tener el mismo estilo de vida,” cuenta Juan quien reconoce que gana muy bien pero no le interesa llegar a ser un magnate. Asegura que lo que le motiva no es el dinero, sino ser reconocido como artista en el mundo entero y representar a Puerto Rico en un momento en que la isla necesita esperanza.

“Llevo 15 años haciendo lo mismo. Ahora hay mucha gente que se quiere tatuar conmigo y están dispuestos a pagar más. La gente me reconoce en la calle. Me gusta pensar que puedo ser un ejemplo para la juventud,” confiesa Juan quien ha sido campeón mundial varias veces. Ya él era un master… antes de competir por el título.

“Sí, soy un master. Tú puedes ser humilde y a la vez reconocer dónde estás parado. No creo que “un mejor” existe. Por eso, mis triunfos no los celebro mucho,” concluye Juan que es artista, la piel es un lienzo.

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